La hambruna era tan severa que ellos se habían comido el grano que ellos habían traído de Egipto en el primer viaje.
Judá dijo que ellos debían tener a su hermano Benjamín para así poder descender a Egipto.
Judá dijo que si ellos no traían de vuelta a Benjamín, él cargaría con la culpa por siempre.
Israel le dijo a los hermanos que tomaran algo de los mejores productos de la tierra, y tomaran el dobre del dinero.
Israel le pidió a Dios que le diera a los hermanos misericordia en Egipto, para que todos los hermanos pudieran ser liberados.
Los hermanos tenían miedo de que ellos fueran arrestados y tomados como esclavos por el dinero dejado en los sacos del primer viaje.
Los hermanos le dijeron al mayordomo que ellos habían traído de vuelta el dinero dejado en sus sacos, y dinero para comprar el alimento.
El mayordomo dijo que el dinero dejado en sus sacos había venido de su Dios.
Los hermanos le trajeron regalos a la casa y se inclinaron delante de José al suelo.
José le pidió a los hermanos sobre el bienestar de su padre.
José se apresuró fuera del cuarto porque él fue movido profundamente por Benjamín, y él fue a su cuarto y lloró.
Era detestable para los egipcios comer con los hebreos.
Los hermanos estaban acomodados en la mesa de acuerdo a su derecho de nacimiento y edad.
La porción de Benjamín era cinco veces más grande que cualquiera de sus hermanos.