1
Entonces los hombres y sus esposas levantaron una gran protesta clamorosa en contra de sus compañeros judíos.
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Pues habían algunos allí que dijeron: "Con nuestros hijos e hijas somos muchos. Así que permítannos obtener grano para que podamos comer y mantenernos vivos."
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Habían otros más que dijeron: "Estamos empeñando nuestros campos, nuestros viñedos, y nuestras casas para obtener grano durante la hambruna."
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Otros también dijeron: "Hemos tomado dinero prestado para pagar los impuestos del rey sobre nuestros campos y nuestros viñedos.
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Todavía ahora nuestra carne y sangre es la misma como la de nuestros hermanos, y nuestros hijos son los mismos como sus hijos. Somos forzados a vender nuestros hijos y nuestras hijas para que sean esclavos. Algunas de nuestras hijas ya han sido esclavizadas. Pero no está en nuestro poder ayudar, porque otros hombres ahora poseen nuestros campos y nuestros viñedos."
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Yo estaba muy enojado cuando escuché su clamor y estas palabras.
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Entonces yo pensé sobre esto, y acusé contra los nobles y oficiales. Les dije a ellos: "Ustedes están exigiendo interés, cada uno de su propio hermano." Llevé a cabo una gran asamblea contra ellos
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y les dije a ellos: "Nosotros, tanto como somos capaces, hemos vuelto a comprar de esclavitud nuestros hermanos judíos, quienes han sido vendidos a las naciones, pero incluso ustedes venden sus hermanos y hermanas para que ellos puedan ser vendidos de vuelta a nosotros!" Ellos estaban en silencio y nunca encontraron una palabra para decir.
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También dije: "Lo que ustedes están haciendo no es bueno. ¿No deberían andar en el temor de nuestro Dios para prevenir las burlas de las naciones que son nuestras enemigas?
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Yo y mis hermanos y mis siervos les estamos prestando dinero y grano a ellos. Pero debemos parar de cobrar interés sobre estos préstamos.
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Devuélvanle en este mismo día sus campos, sus viñedos, sus olivares, y sus casas y el porcentaje del dinero, el grano, el vino nuevo, y el aceite que ustedes exigieron de ellos."
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Luego ellos dijeron: "Devolveremos lo que tomamos de ellos, y no requeriremos nada de ellos. Haremos como usted dice." Entonces llamé a los sacerdotes, y los hice jurar hacer como ellos habían prometido.
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Yo sacudí el pliegue de mi túnica y dije: "Que Dios sacude fuera de su casa y posesiones a todo hombre que no mantiene su promesa. Que él sea sacudido y vaciado." Toda la asamblea dijo: "Amén", y ellos alabaron a Yahvé. Y el pueblo hizo como ellos habían prometido.
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Así que desde el tiempo que fui señalado para ser su gobernador en la tierra de Judá, desde el año veinte hasta el año treintidos de Artajerjes el rey, doce años, ni yo ni mis hermanos comimos la comida provista por el gobernador.
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Pero los antiguos gobernadores que estuvieron antes de mí, pusieron cargas pesadas sobre el pueblo, y tomaron de ellos cuarenta siclos de plata para su porción diaria de comida y vino. Incluso sus siervos oprimieron al pueblo. Pero yo no lo hice, por el temor a Dios.
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Yo continué trabajando en el muro, y no compramos tierras. Y todos mis siervos se reunieron allí para el trabajo.
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En mi mesa estaban los judíos y los oficiales, 150 hombres, aparte de aquellos que vinieron a nosotros de entre las naciones que nos rodeaban.
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Ahora, lo que estaba preparado cada día era un buey, seis ovejas escogidas, y también aves, y cada diez días toda clase de vino en abundancia. Y aún para todo esto, yo no exigí la remesa de alimento del gobernador, porque las exigencias eran demasiado pesadas sobre el pueblo.
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Trae a mi memoria, mi Dios, para bien, por todo lo que he hecho por este pueblo.