Labán y sus hijos creían que Jacob había obtenido todas sus riquezas de las poseciones de Labán.
EL SEÑOR instruyó a Jacob a regresar a la tierra de sus padres y sus parientes.
Dios ocacionó dar crías a los animales moteados y rallados que eran el salario de Jacob.
Raquel y Lea dijeron que Labán las trataba como extranjeras y había devorado su dinero.
Raquel robó los dioses domemésticos de su padre.
Jacob engaño a Labán no diciendole que se iba.
Labán tomó sus parientes con él y persiguió a Jacob sorprendiéndolo después de siete días.
Dios le dijo a Labán que no hablara ni bien ni mal a Jacob.
Jacob dijo que había huido secretamente porque tenía miedo que Labán tomara sus hijas de él a la fuerza.
Jacob dijo que cualquiera que robó los dioses domésticos de Labán no continuaría con vida.
Labán no encontró sus dioses domésticos porque Raquel se sentó sobre ellos y no podía ponerse de pie ya que ella estaba teniendo su período.
Jacob había trabajado para Labán veinte años y Labán había cambiado su salario diez veces.
Labán dijo que todas las posesiones que el veía eran suyas.
Jacob y Labán marcaron el lugar de su pacto haciendo una pila de piedras allí.
Dios fue declarado como testigo entre Jacob y Labán para garantizar el convenio sería guardado.
La pila y el pilar ambos eran testigos del pacto que ni Labán ni Jacob pasarían la pila o pilar para hacer daño uno al otro.
Jacob y Labán cada uno acordó no pasar más allá de la pila de piedras para hacer daño al otro.
Para mostrar que estaba de acuerdo con Labán acerca del pacto Jacob juró por Dios que temía su padre Isaac.
Labán se levantó, besó sus nietos y nietas los bendijo y regresó a su casa.