Abraham hizo que su siervo mayor jurara que conseguiría una esposa para Isaac de los parientes de Abraham.
Abraham insistió en que el siervo no llevara a Isaac de vuelta a la tierra de donde Abraham vino.
El siervo pidió que la mujer a la que él se lo pidiera, bajara su jarra para beber y también ofreciera darle de beber a sus camellos.
Rebeca era la nieta de Nahor, el hermano de Abraham.
Rebeca le dio un trago de agua al siervo.
Después de que Rebeca terminó de darle un trago al siervo, ella dijo: "Voy a sacar agua para tus camellos también, hasta que hayan terminado de beber".
El siervo alabó al SEÑOR y lo bendijo.
Labán invitó al siervo de Abraham a quedarse en su casa.
El siervo de Abraham insistió en decir por qué había venido antes de que él comiera.
Abraham había dicho que el SEÑOR enviaría a su ángel con el siervo para prosperar su camino.
El siervo de Abraham le había dado a Rebeca un anillo de oro para su nariz y brazaletes para sus brazos.
Labán y Betuel respondieron que el siervo debía tomar Rebeca e irse, para que Rebeca pudiera ser la esposa del hijo de Abraham.
El siervo se inclinó ante el SEÑOR y dio regalos a Rebeca, a su hermano y a su madre.
Cuando se levantaron a la mañana siguiente, querían que el siervo de Abraham se quedara con ellos por lo menos diez días más.
Rebeca dijo que quería ir con el siervo.
La familia de Rebeca la bendijo para que fuera la madre de miles y diez mil, y para que sus descendientes poseyeran la puerta de aquellos que los odian.
Isaac estaba afuera en el campo meditando.
Cuando vio a Isaac, Rebeca saltó del camello y se cubrió con su velo.
Isaac trajo a Rebeca a la tienda de su madre Sara y tomó a Rebeca como su esposa.